viernes, 4 de diciembre de 2009

miércoles, 19 de agosto de 2009

NOVIEMBRE MES DE ANIVERSARIO



SE APROXIMA NUESTRO ANIVERSARIO


El próximo mes de noviembre Radio PrayFM.com estará celebrando su cuarto año
de esta en línea las 24 horas del día, los 7 días de la semana.



Les invitamos para que disfruten con nuestros invitados en el mes de
aniversario, y participen en las actividades, regalos y sorpresas de este mes.


Así mismo invitamos a todo los ministerios musicales que puedan enviar su
saludos a nuestro ministerio y escuchas.


A nuestro escuchas queremos saber de ustedes, lo que Dios ha hecho en sus
vidas, con una canción, un mensaje, una predica, nos gustaría saber lo que
Dios ha hecho en tu vida.



Bendiciones en Cristo Jesús,




LA GENTE DE RADIO PRAY FM


Sitio Web www.PrayFM.com

E-mail radio@prayfm.com

MySpace: myspace.com/radiopray

Hi5: prayfm.hi5.com
Síguenos en TWITTER: twitter.com/prayfm

jueves, 30 de julio de 2009

La Resurección.

La palabra nos dice que Jesus se les aparecio a los apostoles durante 40 dias con tres propositos:

ü Ensenarles del Reino de Dios.

ü Prepararlos para la Gran Comision .

ü Que pudieran presenciar la Ascencion.

Punto 1: LA MISION UNIVERSAL DE LA IGLESIA:

Nos basamos en Mateo 28:16-20.

Mat 28:16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.

Mat 28:17 Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos dudaban.

Mat 28:18 Jesús se acercó y les habló diciendo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

Mat 28:19 Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,

Mat 28:20 y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".

Con base a esto podemos deducir 4 puntos importantes:

1.1

EL MANDATO ES HECHO POR UN REY Y SOBERANO DEL UNIVERSO: Jesus se gano este titulo por su obediencia con el Padre y cumplir su proposito, al afirmar “toda autoridad me es dada en el cielo

como en la tierra”.

La Gran Comision se basa en el SENORIO DE CRISTO: “Por tanto ID”.

Tambien podemos notar verbos de accion como: ID, haced, bautizar, ensenar.

1.2 EL MANDATO COMPRENDE EL MINISTERIO DE LA IGLESIA: No solo se reducia a predicar a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:6) sino que cuando Jesus comisiona a los 12 apostoles, esta vez los manda a todas las naciones bautizandolos en agua. Asi que el bautismo es una confesion publica de fe en Jesus y un simbolo de conversion. Mateo 10:32-33.

1.3 EL MANDATO INCLUYE EL MINISTERIO PASTORAL: Para expandir la palabra se necesita de los 5 ministerios que Cristo constituyo, los cuales son: Pastores, Evangelistas, maestros, apostoles y profetas.

1.4 EL QUE DA LA ORDEN NO DEJA SOLO A SUS DISCIPULOS, LOS ANIMA Y PROMETE ESTAR CON ELLOS DURANTE LA COMISION: Jesus no dejo solo a sus discipulos.

Mar 16:17 Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas,

Mar 16:18 tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Mar 16:19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.

Mar 16:20 Ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándolos el Señor y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban. Amén.

Estos versiculos son mal empleados por algunos que ponen a prueba a Jehova y toman accion contra sus propios cuerpos.

Punto 2: LA PROMESA DEL PADRE.

Luc. 24:44 Luego les dijo:

--Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.

Luc 24:45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras;

Luc 24:46 y les dijo:

--Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día;

Luc 24:47 y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

Luc 24:48 Vosotros sois testigos de estas cosas.

Luc 24:49 Ciertamente, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

Posiblemente esta seria la ensenanza durante los 40 dias que estuvo Jesus con sus apostoles.

Conceptos importantes:

2.1 EL ANTIGUO TESTAMENTO ENSENA QUE SERIAN NECESARIAS LA PASION Y LA RESURRECCION DEL MESIAS.

2.2 LOS TESTIGOS DEBIAN PREDICAR EN SU NOMBRE A TODAS LAS NACIONES EL ARREPENTIMIENTO Y EL PERDON DE LOS PECADOS. En griego la palabra predicar significa: “ Proclamar un mensaje en voz alta y en publico”. Recordemos que el mensaje fue primero quedarse en Jerusalen y luego cuando recibieran poder ir al resto del mundo hasta cubrir la tierra.

2.3 ES NECESARIO QUE TODO MENSAJE DEL REY SEA INVESTIDO DEL PODER DE LO ALTO. Despues de la muerte de Jesus, vino a revestir el Espiritu Santo a los apostoles, dandoles poder para predicar la palabra y afrontar las dificultades que esto conlleva. Hoy trancurridos 2000 anos, todavia no se ha predicado en toda la tierra. La pregunta es: Acaso podriamos asumir esta mision sin el Espiritu Santo?

Punto 3: LA ASCENCION.

Cual es su significado y porque Jesus permitio que los apostoles presenciaran tal evento?

3.1 SIGNIFICA QUE JESUS ESTA EN EL CIELO y prepara un lugar para nosotros (Juan 14:3).

3.2 OCUPA LA POSICION DE SUPREMO PODER Y AUTORIDAD por su humillacion y obediencia, obediencia hasta la muerte.

3.3 CRISTO EJERCE SU MINISTERIO SACERDOTAL EN EL CIELO intercediendo por su pueblo, por medio de el tenemos acceso al trono de la gracia.

3.4 LA ASCENCION HIZO POSIBLE LA BENDICION DEL DIA DE PENTECOSTES por medio del Espiritu Santo Jesus esta en todas partes.

Despues de los estudios que hemos aprendido en esta clase ya no seremos los mismos, dejemos de ser ninos lactantes y hagamos lo que Jesus nos enseno.

Mar 10:45 porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

“Dios hara su obra con o sin ti... tu escoges... yo prefiero que sea conmigo”

Jorge Madrigal Q.
911 Salvación,
Rescatando almas para Cristo.

Parabolas y milagros

Parábolas.

Definición:

Uno de los vocablos griegos que se traducen como “Parábola” es parabolé, que significa “una cosa colocada al lado de otra”; es decir una comparación o semejanza. Generalmente se emplea este término en los evangelios sinópticos para hablar de una historia corta que se refiere a la naturaleza o a la experiencia humana y que se usa para ilustrar una verdad espiritual o moral.

La definición popular es: “una historia terrenal con significado celestial”.

El estilo de enseñanza de Jesús se caracteriza por el uso del método parabólico.

Marcos afirma: “Con muchas parábolas como estas les enseñaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba” (MC 4:33,34).

Los evangelios sinópticos presentan treinta parábolas, mientras que Juan, ni una.

La mayor parte de ellas se encuentra distribuida en tres grupos:

  1. Las parábolas que se narran en Mateo 13 y los pasajes paralelos de Marcos 4 y Lucas 8.
  2. Las que se hallan en Lucas 15 y 16.
  3. Las que se encuentran en Mateo 20,22).

Finalidad de las parábolas: vamos a mencionar cuatro:

1. Para hacer interesantes y fáciles de entender las verdades morales y espirituales

2. Para poner las verdades en forma fácil de recordar y útil para hacer pensar al oyente.

3. Para no ofender a los oyentes que no estaban en condiciones de recibir la verdad desnuda a causa de sus prejuicios, y para ocultar la verdad de quienes la acechaban

4. Para traer juicio o castigo sobre los que se mantenían voluntariamente ciegos a la verdad que enseñaba el Señor

La interpretación de las parábolas: algunas reglas para su interpretación son

a) Buscar la idea principal o verdad central que quería enseñar el Señor

b) Interpretar los detalles a partir de la idea central

c) Tener precaución al apoyar una doctrina sobre alguna parábola

Parábola del sembrador.

Esta parábola la podemos encontrar en las siguientes citas: Mateo 13:1,9; 18,23; Marcos 4:1,9; 13,20; Lucas 8:4,8; 11:15.

Seria mejor que se le llamara “parábola de los cuatro tipos de terreno”; debido a la que la nota central no se refiere ni al sembrador ni a la semilla, sino al estado de la tierra.

La productividad de la semilla no difiere a causa del sembrador, puesto que el que siembra en todas partes; ni de la semilla, pues siempre es la misma. La diferencia tiene que ver con los diferentes tipos de suelo.

La eficacia del evangelio depende del estado del alma del oyente. El mensaje de Cristo solo surte efecto perdurable cuando el oyente esta dispuesto a recibir la verdad.

Es probable que el Señor les contara esta parábola, para que los discípulos no se decepcionaran al ver que muchas veces el pueblo rechaza el evangelio. Y que la perseverancia es lo que consigue ir encontrando terreno fértil.

Veamos lo que significa cada tipo de terreno:

a) El terreno que esta “junto al camino” representa al oyente indiferente, o de mente cerrada. La semilla queda tirada en una superficie áspera hasta que las aves la comen, nunca germino. Es un oyente que probablemente ha escuchado muchas doctrinas y ve en el evangelio una mas. Lo pueden afectar el orgullo, la opinión de los demás, es prejuicioso, puede ser amante del pecado y con una vida desordenada. En tales casos el maligno, no tarda en arrebatar la semilla.

b) El terreno pedregoso representa al oyente superficial. Se refiere a una fina capa de tierra sobre una base de roca caliza. Puesto que el sol calienta rápido el terreno la semilla germina pronto. Pero al ser la base roca la planta no puede hacer que su raíz penetre profundamente el suelo buscando humedad y pronto se marchita y muere por falta de agua. Este es el caso del creyente que recibe el evangelio con gozo, pero solo superficial, emocional. Mientras todo marcha bien esta firme; pero ante las dificultades tropiezan y caen de nuevo en el mundo.

c) El terreno espinoso representa al oyente mundano. La tierra es fértil puesto que produce espinas, pero no tiene la fuerza suficiente para producir espinas y trigo a la vez. Son cristianos que quieren vivir en dos mundos, quieren ser espirituales, pero no consagran su vida a Dios por completo. Tiene escaso tiempo para las cosas de Dios, están demasiado ocupados con las cosas materiales, por esto no producen fruto.

d) El terreno bueno representa al oyente que reacciona debidamente ante la Palabra. Abre el corazón y la mente con amplitud al evangelio, comprende el significado del mensaje y lo aplica a su vida diaria. La palabra se convierte en una semilla viva, que lleva fruto por que el Espíritu Santo ha aplicado la verdad en el corazón del oyente, quien la ha aceptado y hecho suya.

La expansión del reino: parábola del grano de mostaza y de la levadura.

Se puede encontrar en las siguientes citas: Mateo 13:31,33; Marcos 4:30,32; Lucas 13:18,19; 13:20:21.

A partir de unos humildes comienzos en la época de los apóstoles, el Reino se convierte en una Iglesia grande y extendida por casi todo el globo terráqueo.

Para G. Campbell esta parábola se refiere a un crecimiento anormal de la Iglesia, y hace alusión a una iglesia nominal de grandes proporciones, pero dominada por un espíritu de orgullo y poderío, esto a pesar del cambio de la Iglesia luego del cese de las persecuciones romanas en donde se incorporan mucho paganos no convertidos.

Sin embargo es probable que la interpretación correcta sea la de Jesús: un desarrollo asombroso de la Iglesia por largo de los siglos.

La parábola de la levadura habla de la fuerza interna y del poder de penetración que tiene el reino. Un poco de levadura completamente escondida en la masa la leuda por completo. De esta misma forma el evangelio cambia el corazón del hombre paulatinamente y da como resultado un cambio en las comunidades y la sociedad.

Otros opinan que la levadura se refiere al mal dentro de la Iglesia y que la levadura siempre va a simbolizar el mal, sin embargo, en la Biblia el significado de un símbolo no es el mismo siempre.

Milagros paralelos de Jesús.

Cristo calma la tempestad. Mateo 8:23,27; Marcos 4:24,41; Lucas 8:22,25.

Este relato muestra la humanidad del Señor, Jesús había trabajado intensamente, casi más de los límites de su fuerza física. Se ha de haber sentido muy fatigado, por lo que dormía profundamente. Es en único pasaje que se menciona su sueño, aunque es claro que debía dormir y alimentarse.

En este transcurso se levanta una gran tempestad, que espanta a los discípulos, a pesar de estar acostumbrados a las tormentas en el mar. En este momento despertaron a Jesús, y le dijeron un poco resentidos: “Maestro ¿no te importa que perezcamos?” Mc 4:38.

Solo Marcos nos indica las palabras de Jesús le dirige al mar: “calla y enmudece”, como si se tratara de un animal feroz. El hecho de la calma inmediata demuestra su dominio sobre la naturaleza, lo cual evidencia su divinidad.

Algunas enseñanzas de esta lección:

  • La obediencia a Cristo no nos exime de pasar momento difíciles
  • En los momentos mas difíciles estamos en las manos de nuestro Padre Celestial y podemos estar seguros
  • Aprendemos que debemos dar descanso a nuestro cuerpo y espíritu para evitar quebrantos de salud.

Cristo libera a dos endemoniados gadarenos. Mateo 8:28,34; Marcos 5:1,20; Lucas 8:26,39.

Al llegar nuestro Señor con sus discípulos a Gerasa, Mateo afirma que fueron dos endemoniados los que salieron a su encuentro, Marcos y Lucas solo mencionan uno, probablemente por que este era el personaje principal.

Notamos la fuerza sobre natural del endemoniado, destroza cadenas grilletes y nadie lo puede dominar. Lleva una vida sin poder descansar ni dormir, solo gritar continuamente y herirse con rocas.

El nombre “legión” indica la cantidad de demonios que ha tomado posesión de este hombre. Una legión era una división del ejercito formada por tres mil o cinco mil soldados a pie mas la caballería.

Al saber los demonios cual era el futuro que les esperaba, prefieren ir a habitar a un ato de cerdos antes de ir al lugar de castigo. Los cerdos se asustan y se arrojan al despeñadero, reacción que no esperaban los espíritus.

Para los habitantes de esa región tenían mas valor esos cerdos que la obra hecha por el Señor; y así sucede muchas veces en las vidas de los cristianos prefieren los intereses materiales a los espirituales.

La curación de una hemorroisa y la resurrección de la hija de Jairo.

Estos pasajes los encontramos en las citas bíblicas: Mateo 9:18,26; Marcos 5:21,43; Lucas 8:40,56.

Al regreso de Jesús probablemente de Capernaún, acude a su encuentro Jairo, uno de los ancianos de la sinagoga. Este le ruega que vaya a su casa y sane a su hija que esta agonizando.

Durante el camino se presenta otro acontecimiento. En medio de la multitud se halla una pobre mujer, que sufre de flujos de sangre. Su enfermedad la humillaba y debilitaba. Además la ponía en un estado de impureza legal (Lev. 15:25), que le impedía todo trato normal con sus semejantes y la marginaba del culto. Luchó desesperadamente por acercarse al Señor, con la confianza de que sin tan solo pudiera tocar el fleco de su túnica, quedaría sana. La multitud se apretujaba junto Jesús, pero solo una persona lo tocó con fe, y salió sana. El Señor hizo notar que la fe de esa mujer era lo que la había sanado. La fe siempre es la acción sanadora y salvadora de Dios en el hombre.

Observaciones referentes a esta enseñanza:

  1. Su firme decisión de llegar a Cristo fue un elemento indispensable de su fe
  2. La diferencia de tocar únicamente al Señor y de tocarlo con una profunda fe debido a una necesidad
  3. De Jesús salio poder físico para la sanación, de acá que Jesús en ciertos momentos sintiera fatiga
  4. La reacción del Maestro nos demuestra la importancia del dar testimonio de la gracia divina que recibimos
  5. Con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación.

La noticia de la muerte de la hija de Jairo no desalentó para nada a Jesús, quien le dirigió unas palabras de consuelo al afligido padre: “no temas, cree solamente”. Entonces eligió a tres discípulos para que lo acompañaran: Pedro, Jacobo y Juan; son los mismos que estarían con el Él en la transfiguración y en Getsemaní. Esto no indica que el Señor haga acepción de personas, sino, que elige algunas personas para un servicio especial y que hay personas que se acercan más al Señor y son más responsables.

El ruido del duelo oriental era contrario a la actitud de nuestro Maestro por la muerte.

“La niña no esta muerta, sino duerme”; así ve Dios la muerte de los suyos.

El termino “muerte” significa doctrinalmente la separación entre el alma y Dios; o sea, la ruptura de la comunión con Él. La separación del alma y el cuerpo solo es un símbolo visible de una realidad más trágica: la separación de Dios. No debemos interpretar la muerte como el sueño del alma.

La muerte física ya no es algo horripilante, sino que es la entrada del alma a la custodia de nuestro amoroso Padre.

Jesús echó fuera a todos, excepto a los padres y a los tres discípulos, probablemente si alguien hubiera tenido falta de fe, impediría la realización de un milagro.

Cuando dijo: “Niña, a ti te digo, levántate”, ella se incorporó, con lo que quedó demostrado que el Maestro tenía dominio sobre la muerte.


Jorge Madrigal Q
911 Salvación,
Rescatendo almas para Cristo.

Los Fariseos, Saduceos y Zelotes.

Los Fariseos.

Parece que recibieron nombre como un apodo sarcástico derivado del vocablo hebreo “perusin” (separados). Formaban la secta más grande y de mayor influencia en la época del Nuevo Testamento, y solo ellos sobrevivieron como secta a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Basaban su doctrina en todos los libros del Antiguo Testamento y creían en la existencia de espíritus buenos y malos, la inmortalidad del alma y la resurrección corporal.

A pesar de todo esto, los fariseos atribuían gran importancia a la ley oral, y se deleitaban en obedecer sus innumerables reglas. Al respecto dice Hugger: “Eran separatistas, rígidos y legalistas en sus consignas relativas a la oración, el arrepentimiento y las dádivas caritativas”. Cumplían la letra de la Ley, pero a menudo violaban su espíritu y carecían de justicia, misericordia y fe verdaderas (véase Mt. 23). La mayoría de los escribas pertenecían a este partido. No todos los fariseos eran hipócritas, pues se encontraban en sus filas hombres como Nicodemo, José de Arimatea y Saulo de Tarso. Los fariseos no se metían en la política y se acomodaban al dominio romano.

Los Saduceos.

Según la tradición los saduceos tomaron su nombre de Sadoc, sumo sacerdote durante la época de Salomón y David. Eran menos numerosos que los fariseos, pero ejercían el poder político bajo el gobierno de la dinastía de los Herodes. Eran en su mayoría parte de los aristócratas de Jerusalén, y los terratenientes acaudalados. En cuanto a sus doctrinas, solo aceptaban los cinco libros de Moisés y rechazaban la ley oral que apoyaban los fariseos. Puesto que eran racionalistas, negaban las doctrinas de la inmortalidad del alma, de la resurrección y de la existencia de ángeles y demonios. Su religión era poco más que una ética fría. Fue un sumo sacerdote saduceo quien condeno a Jesús, y los saduceos fueron los primeros en perseguir a la Iglesia primitiva.

Los miembros de esta secta estaban abiertos a la cultura helenística y eran oportunistas, por lo que se aliaban a la fracción dominante para mantener su prestigio e influencia. Se sentían satisfechos con el status quo y deseosos de confraternizar con los romanos. Como se dedicaban mayormente a la interpretación de las leyes rituales referentes al culto, perdieron su razón de ser cuando los romanos destruyeron el templo en el año 70 d.C. Así fue como dejo de existir esta secta religiosa.

Los Zelotes.

Estos constituían un grupo político más que una secta religiosa. Querían libera Palestina por las armas. Este partido revolucionario persuadió finalmente a los judíos a sublevarse contra los romanos, lo cual tuvo como consecuencia final la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Simón, uno de los discípulos de Jesús, pertenecía a esta partido.

LOS FARISEOS

El nombre “fariseo” aparece primeramente en el contexto de los primeros reyes sacerdotes asmoneos. La palabra “fariseo” significa separado.
Los fariseos y saduceos aparecen como partidos distintos en la última mitad del siglo II a.C., aunque representan tendencias que se pueden seguir mucho más atrás en la historia del judaísmo, tendencias que se acentuaron después del retorno de Babilonia (537 a.C.). Los progenitores inmediatos de los dos partidos fueron, respectivamente, los jasideos y los helenistas; los últimos, antecesores de los saduceos, tenían la intención de eliminar la estrechez del judaísmo, y participar en las ventajas de la vida y cultura griegas. Los jasideos, una transliteración del término hebreo jasidim, esto es, los piadosos, eran un grupo de hombres celosos de la religión, que actuaban bajo la conducción de los escribas, en oposición al impío partido helenizante; se refrenaron de oponerse al legítimo sumo sacerdote incluso cuando este se puso de parte de los helenistas. Así, los helenizantes eran una secta política, en tanto que los jasideos, cuyo principio fundamental era una separación completa de los elementos no judíos, eran el partido estrictamente legal entre los judíos, y llegaron finalmente a ser el partido más popular e influyente. En su celo por la ley casi llegaron a deificarla, y su actitud se tornó meramente externa, formal y mecánica. Ponían el énfasis no en la rectitud de la acción, sino en su corrección formal. Como consecuencia, fue inevitable su oposición a Cristo; su manera de vivir y su enseñanza.

Sufrieron grandemente bajo Antípater y Herodes (Josefo, Guerras de los judíos 1. 647–655), y evidentemente comprendieron que no se puede lograr fines espirituales mediante medios políticos, porque después de la muerte de Herodes algunos de ellos piden un gobierno romano directo. Por la misma razón la mayoría de ellos se opuso a la rebelión contra Roma (66–70 después de Cristo). En consecuencia, Vespasiano favoreció a Yohanán ben Zakkai, uno de los líderes de ellos, y le permitió establecer una escuela rabínica en Jamnia (Yavneh). Para entonces las controversias entre el partido del riguroso Shammai y el del más liberal Hillel habían terminado en un acuerdo, los saduceos habían desaparecido, y los zelotes estaban desacreditados—después de la derrota de Barcoquebá en 135 después de Cristo ellos también desaparecieron de modo que los fariseos se convirtieron en los líderes incuestionados de los judíos. Para el año 200 después de Cristo judaísmo y fariseísmo constituían términos sinónimos.

Para la concepción farisaica de la religión resultaba básica la creencia de que el exilio babilónico tuvo su origen en el hecho de que Israel no guardó la Tora (la ley mosaica), y guardarla constituía una obligación individual como también nacional. Pero la Torá no era simplemente “ley” sino también “instrucción”, es decir consistía no sólo en mandamientos fijos sino que se adaptaba a las condiciones cambiantes, y de ella podía inferirse la voluntad de Dios para situaciones no mencionadas expresamente. Esta adaptación o inferencia era la tarea de quienes habían hecho un estudio especial de la Torá. Y la decisión de la mayoría debía ser acatada por todos; una de las primeras tareas de los escribas fue la de determinar el contenido de la Torá escrita. Establecieron que contenía 613 mandamientos, 248 positivos, 365 negativos. El paso siguiente consistió en “poner una cerca” alrededor de ellos, es decir interpretarlos y complementarlos de tal modo que se eliminara la posibilidad de quebrantarlos por error o por ignorancia. El ejemplo más conocido lo constituyen las frecuentemente citadas treinta y nueve especies principales de actos prohibidos en el día de reposo. Los fariseos estaban convencidos de que tenían la recta interpretación de la Torá, y sostenían que esta “tradición de los ancianos” (Mr. 7.3) provenía de Moisés en el Sinaí.
La reprobación de que fueron objeto por parte de nuestro Señor (Hipócrita) tiene que interpretarse a la luz del hecho indudable de que éticamente ocupaban una posición más elevada que la mayoría de sus contemporáneos. El lugar destacado que los fariseos asignaban al diezmo, y su negativa a comprar comestibles a los no fariseos, o a comer en sus casas, por temor a que la comida no hubiese sido diezmada, como ocurría con frecuencia, se debía a las muy pesadas cargas creadas por los diezmos, agregados al régimen impositivo introducido por los asmoneos, los herodianos, o los romanos. Para el fariseo diezmar plenamente constituía una marca de lealtad a Dios.
Los fariseos defendían la doctrina de la predestinación, que estimaban compatible con el libre albedrío. Creían en la inmortalidad del alma, en la resurrección corporal, en la existencia de los espíritus, en las recompensas y en los castigos en el mundo de ultratumba. Pensaban que las almas de los malvados quedaban apresadas debajo de la tierra, en tanto que las de los justos revivirían en cuerpos nuevos Hechos 23:8.Estas doctrinas distinguían a los fariseos de los saduceos, pero no constituían en absoluto la esencia de su sistema. Centraban la religión en la observancia de la Ley, enseñando que Dios solamente otorga su gracia a aquellos que se ajustan a sus preceptos. De esta manera, la piedad se hizo formalista, dándose menos importancia a la actitud del corazón que al acto exterior. La interpretación de la Ley y su aplicación a todos los detalles de la vida cotidiana tomaron una gran importancia. Los comentarios de los doctores judíos acabaron formando un verdadero código autorizado. Josefo, él mismo un fariseo, dijo que los escribas no se contentaban con interpretar la Ley con más sutilidad que las otras sectas sino que además imponían sobre el pueblo una masa de preceptos recogidos de la tradición, y que no figuraban en la Ley de Moisés.
Jesús declara que estas interpretaciones rabínicas tradicionales no tienen ninguna fuerza (Mt. 15:2-6). Los primeros fariseos expuestos a la persecución se distinguían por su integridad y valor, eran la élite de la nación. El nivel moral y espiritual de sus sucesores descendió. Los puntos débiles de su sistema se hicieron hegemónicos y les atrajeron duras críticas. Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los saduceos «raza de víboras». Jesús denunció su orgullo, hipocresía y su negligencia de los elementos esenciales de la ley, en tanto que daban la mayor importancia a puntos subordinados (Mt. 5:20; 16:6, 11, 12; 23:1-39).En la época de Cristo los fariseos formaban una astuta camarilla que tramó una conspiración contra Él (Mr. 3:6; Jn. 11:47-57). Sin embargo, siempre hubo entre ellos hombres sinceros, como Nicodemo (Jn. 7:46-51). Antes de su conversión, Pablo fue fariseo. Hizo uso de ello en sus discusiones con los judíos (Hch. 23:6; 26:5-7; Fil. 3:5). Gamaliel, que había sido su maestro, era también fariseo (Hch. 5:34).

LOS SADUCEOS

Partido sacerdotal y aristocrático del judaísmo cuyas doctrinas y prácticas eran opuestas a la de los fariseos.

Origen:
Se piensa que el nombre se deriva del sacerdote Sadoc, contemporáneo de David y Salomón (2 S 15.27; 19.11; 1 R 1.8), cuyos descendientes eran considerados como la línea pura (Ez 44.15) y los conservadores del sacerdocio hasta la rebelión de los macabeos. Sin embargo, varias dificultades filológicas e históricas obligan a buscar otra explicación. T.W. Manson propone que la derivación del nombre debería encontrarse en la palabra griega, syndikoi, que significaba “autoridades fiscales” en el estado de Atenas desde el siglo IV a.C. En Israel también los saduceos controlaban los impuestos al principio los saduceos no eran un grupo religioso, pero con el tiempo, para defender sus intereses, apoyaron al sumo sacerdote. Hasta la mitad del siglo I después de Cristo controlaban el sanedrín. Después, al serles quitado el poder secular, primero por los Zelotes y después por los romanos, desaparecieron del judaísmo.

Su Enseñanza

La mayoría de los sacerdotes de los primeros siglos (a.C. y d.C.) pertenecían a esta secta, aunque no todos los saduceos eran sacerdotes. Por lo general constituían un núcleo de personas altamente privilegiadas, por ejemplo, comerciantes ricos y funcionarios gubernamentales. Su actitud hacia las tradiciones de los padres se centró en el mantenimiento del culto en el templo. Su interpretación de la Ley (aceptaban solo el Pentateuco como autoritativo) giraba alrededor de la ley ritual. Su actitud negativa hacia ciertas doctrinas del Antiguo Testamento se debía, en parte, a la tensión entre ellos y los fariseos, quienes las afirmaban. Acerca de su doctrina, Josefo afirma que “los saduceos enseñan que el alma perece con el cuerpo”; “niegan la continuidad del alma después de la muerte”. El Nuevo Testamento es más preciso: señala que los saduceos negaban la resurrección del cuerpo (Hechos 23.8), y también la existencia de mediadores espirituales entre Dios y el hombre (Hechos 23.8). Además, para los saduceos, Dios era casi un “dios ausente” dado que “no puede ni hacer ni prevenir el mal”. En cambio el hombre ejerce su libre albedrío para hacer el bien y el mal. Su ideal político era el estado teocrático encabezado por el sumo sacerdote. Por eso veían con sospecha la esperanza mesiánica que amenazaba con derrotar el orden social y político existente. La mayoría del pueblo común los odiaba porque colaboraban con los romanos y sus reyes, introdujeron y permitieron algunas costumbres que no eran judías y porque se comportaban entre el pueblo con arrogancia.

En El Nuevo Testamento

Varias veces los saduceos se aliaron con los fariseos en oposición a Jesucristo (Marcos 11.18, 27; 14.43; 15.1; Lucas 9.22). Sin embargo, el conflicto de Jesús con los saduceos se agudizó mayormente en la última semana de su ministerio, cuando su popularidad entre el pueblo (Marcos 12.12) parecía amenazar la paz de Jerusalén. En cambio el conflicto entre Jesús y los fariseos, debido a la influencia de estos entre el pueblo común, se advierte desde el principio de su ministerio. Los cristianos culparon a los saduceos y a los fariseos de la muerte de Jesús. Fueron ellos los que más intentaron detener el creciente movimiento de la iglesia primitiva (Hechos 4 y 5; 22.5).
Este grupo religioso de judíos, relativamente pequeño, pero importante, porque muchos de ellos eran “Sumos Sacerdotes”. Creían exclusivamente en la ley, y rechazaban todo tipo de tradición oral; niegan la resurrección, la inmortalidad del alma y el mundo espiritual: (Marcos 12:18, Lucas 20:27, Hechos 23:8).Fueron denunciados por Juan Bautista y por Cristo: (Mateo 3:7, 16:6, 11,12). Ellos se opusieron a Cristo y a su Iglesia: (Hechos 5:17,33). Apoyaron a los Macabeos en su lucha para liberar materialmente a Israel.

Los modales de los saduceos eran bastante groseros, eran descorteses con sus iguales como si estos fuesen extranjeros, y consideraban una virtud disputar con sus maestros. No tenían seguidores entre las masas populares, sino solamente entre los de buena posición económica. Eran más severos en sus juicios que otros judíos. Muchos de los sacerdotes, aunque no todos, eran saduceos; pero casi todos los saduceos parecen haber sido sacerdotes, especialmente de las familias sacerdotales más poderosas. Bajo los primeros asmoneos algunos saduceos desempeñaron cargos en la gerousia (cuerpo de
“ancianos”, “senado”, o “sanedrín”).

La marca religiosa de los saduceos fue su conservadurismo. Negaban la validez permanente de toda ley que no formara parte de los escritos del Pentateuco. Rechazaban las doctrinas tardías del alma y su existencia en el más allá, la resurrección, las recompensas y retribuciones, los ángeles y los demonios. Creían que no existía el destino, que el hombre podía elegir libremente entre el bien y el mal, y que la prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del hombre.

LOS ZELOTES

(griego zeµloµteµs). A uno de los doce apóstoles se le llama Simón el Zelote (Lc. 6.15; Hch. 1.13; ya sea a causa de su temperamento celoso o apasionado o por alguna asociación con el partido de los zelotes (Cananita). Pablo dice de sí mismo que fue celoso en lo religioso (Hch. 22.3; Gá. 1.14), y a los muchos miembros de la iglesia de Jerusalén se los describe como “celosos por la ley” (Hch. 21.20).
El partido de los zelotes, descrito por Josefo como la “cuarta filosofía” entre los judíos. Se les llamaba zelotes porque seguían el ejemplo de Matatías y sus hijos y seguidores, que manifestaron celo por la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó suprimir la religión judía (1 Mac. 2.24–27), y el ejemplo de Finees, que evidenció un celo parecido en momentos de apostasía en el desierto (Nm. 25.11; Sal. 106.30.
El movimiento, no mencionado como tal en el Nuevo Testamento, comenzó cuando Judas el galileo encabezó una sublevación contra los romanos en el año 6 después de Cristo (Hch 5.37), considerándose el sucesor espiritual de los macabeos. Cuando aplastaron la sublevación, los zelotes quedaron como el ala extremista de los fariseos, dispuestos a recurrir a las armas antes que pagar tributo.
Los zelotes tomaron parte activa en la gran rebelión de 66–73 después de Cristo en contra de los romanos, siendo los últimos en ser reducidos en su fortaleza de Masada, cerca del mar Muerto, recientemente investigada por los arqueólogos. Simón debe de haber sido miembro del partido antes de acudir a Jesús. El fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y romanos.
Los zelotes eran vistos como un partido de patriotas judíos militantes del primer siglo. Su movimiento comenzó con Judas de Galilea en los días de Quirino como una oposición clandestina al poderío romano. Ellos sostenían que la violencia era justificada si libraba a la nación de sus opresores extranjeros. Josefa los describió como fanáticos cuyas extravagantes demandas y destemplada imprudencia se transformaron en

obstáculos para su propia causa.

En doctrina eran muy parecidos a los fariseos a causa de su interpretación nacionalista en extremo del Antiguo Testamento, y en espíritu eran como los macabeos. Su intenso deseo de un reino independiente pudiera, haber llevado a algunos de ellos a buscar la compañía de los discípulos de Jesús. Por lo menos a uno de ellos, Simón, se distingue de Simón Pedro por ser llamado “el zelote” (Lc. 6:15; Hch. 1:13).

Jorge Madrigal Q.

911 Salvación,

Rescatando almas para Cristo.

Dinastia de los Herodes.

Resumen de la Dinastía de los Herodes.

El comienzo de la dinastía de los Herodes, se inició en el año 40 a.C., cuando Herodes el Idumeo es nombrado rey de Judea por el Senado Romano.

Este hombre tuvo gran capacidad política y logró ganarse la confianza del que gobernara Roma (era un gran estratega), esto le generó que se le otorgaran también las tierras de Samaria, Perea e Idumea.

Le tocó desempeñar un papel muy difícil, tuvo que conquistar su reino batallando por tres años con el último rey de la dinastía asmonea.

Herodes profesaba la religión judía, siendo él de raza idumea. Tuvo que gobernar un pueblo compuesto por tres razas que eran hostiles entre si: judíos, árabes y griegos.

A Herodes se la conocía como “Herodes al Grande”.

Herodes trató de ganarse el favor del pueblo judío, construyendo un templo de oro y mármol, cuya construcción duró 46 años (Jn 2:20), al salir el sol este templo resplandecía. Herodes también implemento un programa de embellecimiento, restauración y edificación de ciudades, pero aumentó los impuestos y tributos.

Este hombre era un político astuto y cruel. Se casó con Mariamne, princesa de la familia asmonea y miembro de la aristocracia.

Herodes dividió la oposición, abolió la aristocracia y reprimió toda oposición, exterminando a sus enemigos, incluso algunos miembros de su propia familia.

Era un hombre tan malo que el emperador Augusto, llegó a decir con sarcasmo que era mejor ser uno de los cerdos de Herodes, a uno de sus hijos (Esto debido a que al ser

Herodes de religión judía no sacrificaría cerdos, mientras que a miembros de su familia si sería capaz).

Este hombre fue el que gobernó para la época en que nació Jesús.

Al morir Herodes, su reino fue dividido entre tres de sus hijos:

- Arquéalo: Judea y Samaria.

- Antipas: Galilea y Perea ( Fue el que ordenó la decapitación de Juan el Bautista)

- Felipe: Iturea, Traconite y los territorios del noreste

La brutalidad de Arquéalo, originó una fuerte oposición de los judíos y los romanos lo desterraron. Judea y Samaria quedaron bajo el control de procuradores (gobernadores que rendían cuentas a Roma directamente). El más conocido fue Poncio Pilatos.

Jorge Madrigal Q
911 Salvación,
Rescatando almas para Cristo.

Origen del pecado.

Origen, Naturaleza y Consecuencia del Pecado.

Las enseñanzas de La Biblia acerca del pecado presentan un profundo panorama doble: la profunda depravación de la humanidad y la incomparable gloria de Dios. Cabe destacar que el término técnico para el estudio del pecado es “harmatiología”, palabra derivada del griego hamartía, “pecado”.

El pecado ensombrece todos los aspectos de la existencia humana, seduciéndonos desde el exterior como un enemigo y forzándonos desde el interior como parte de nuestra naturaleza humana caída. Nosotros a pesar de conocer el pecado íntimamente; permanece extraño y misterioso. Promete libertad, pero esclaviza, produciendo anhelos que no podemos satisfacer. Mientras más luchemos por escapar, más nos ata; su comprensión nos ayuda al conocimiento de Dios, pero es lo que distorsiona el conocimiento, incluso de nosotros mismos.

El pecado es contrario a Dios, afecta toda la creación, incluyendo la humanidad, aun el pecado más pequeño puede acarrear un castigo eterno. El remedio del pecado, es nada menos que la muerte de Cristo en la cruz. La consecuencia del pecado abarca todo el terror del sufrimiento y la muerte.

El estudio de la naturaleza de Dios debe tener en cuenta el providencial control de Dios sobre un mundo maldito por el pecado. El estudio del universo, debe describir un universo que fue creado bueno, pero que actualmente gime por su redención. El estudio de la humanidad debe relacionarse con la naturaleza humana, que se ha convertido grotescamente en inhumana e innatural. La doctrina de Cristo se enfrenta a la pregunta de cómo la naturaleza plenamente humana del Hijo de Dios nacido de una virgen puede estar totalmente libre de pecado. El estudio de la salvación debe señalar no solo para qué fue salvada la humanidad, sino, también de que fue salva. La doctrina sobre el Espíritu Santo debe tener en cuenta la convicción y santificación a la luz de una carne pecaminosa. La doctrina de la Iglesia debe modelar un ministerio a una humanidad distorsionada por el pecado, tanto dentro como fuera de La Iglesia. El estudio de los últimos tiempos debe describir, y hasta cierto punto defender, el juicio de Dios sobre los pecadores, al mismo tiempo que proclama el final del pecado. Por último la teología práctica debe tratar de evangelizar, aconsejar, educar, gobernar La Iglesia, afectar a la sociedad y animar a la santidad a pesar del pecado.

No obstante el estudio del pecado es difícil. Es repulsivo, por que se centra en la burda fealdad del pecado abierto y extendido, y el sutil engaño del pecado personal y secreto.

El número de conceptos extrabíblicos sobre pecado es legión. A pesar de no ser bíblicos, estudiarlos es importante por las razones siguientes: para pensar más clara y bíblicamente sobre el cristianismo; para defender más acertadamente la fe y para criticar otros sistemas; para evaluar más técnicamente las nueve sicoterapias, los programas políticos, los sistemas educativos y cosas semejantes, y para ministrarles más fácilmente a creyentes y no creyentes que puedan sostener estos puntos de vista no bíblicos u otros similares.

Según el existencialismo cristiano de Soren Kierkegaard, el cristiano al no poder dominar sus limitadas capacidades y verse atrapado en ellas, enfrenta un proceso de tensión y ansiedad. Esta tensión y ansiedad al tratar de ser superada origina el pecado, por tratar de resolver por medios inadecuados esta tensión o ansiedad, en lugar de, volverse hacia Dios.

En un desarrollo más radical, algunos sostienen que la existencia individual es un estado pecaminoso, por que las personas están alineadas con respecto a la base de la realidad (definida con frecuencia como “dios”) y también entre sí. Esto lo podemos encontrar en Filón, el filósofo judío de la antigüedad. Actualmente lo expresan teólogos liberales como Paul Tillich, y se halla dentro de muchas formas de religión oriental y del pensamiento de la Nueva Era.

Algunos creen que el pecado y la maldad no son reales, sino simples ilusiones que se pueden vencer por medio de la percepción correcta.

La Ciencia Cristiana del hinduismo, el budismo, el pensamiento positivo de cierto cristianismo popular, buena parte de la psicología y diversos aspectos de la Nueva Era resuenan son este punto de vista.

También se asocia el pecado, con un remanente sin evolucionar de unas características animales primarias, como la agresividad. Los que defienden esta teoría afirman que el relato del Edén, es en realidad un mito acerca del desarrollo del entendimiento moral y de la conciencia y no una caída.

La teología de la liberación ve el pecado como la opresión de un grupo social por otro. Combinando con frecuencia las teorías económicas de Carlos Marx (que hablaba de lucha de clases del proletariado contra la burguesía, en la que terminará reinando el proletariado) con temas bíblicos (como la victoria de Israel sobre la esclavitud de Egipto) los teólogos de la liberación identifican a los oprimidos con términos económicos, raciales, de géneros y otros. Se elimina el pecado al hacer desaparecer las condiciones sociales que causan la opresión. Los extremistas abogan por el derrocamiento violento de los opresores que no se puedan redimir, mientras que los moderados insisten en el cambio a través de la acción social y la educación.

Entre las ideas más antiguas del pecado se halla el dualismo, que sostiene que el pecado es la lucha entre dos fuerzas o dioses (el bien y el mal). Esta lucha causa la pecaminosidad. Con frecuencia la materia (en especial la carne), o bien llevan en si el pecado, es en realidad el pecado, y debe ser derrotada. Esta idea aparece en las religiones antiguas del Medio Oriente, como el gnosticismo, maniqueísmo y el zoroastrismo. En muchas versiones del hinduismo y el budismo, y en su derivación de la Nueva Era, se reduce la maldad a una necesidad amoral.

Parte de la teología moderna ve a “dios” como finito, e incluso en plena evolución moral.

El ateísmo sostiene que el mal no es más que parte de lo que sucede al alzar en un cosmos sin Dios. Rechaza el pecado, la ética solo es cuestión de preferencia y la salvación consiste en el auto avance humanista.

Aunque muchas de estas teorías parezcan tener profundidad, ninguna considera a la Biblia como una revelación plenamente inspirada.

Las Escrituras enseñan que el pecado es real y personal; se originó en la caída de Satanás, quien es personal, malvado y activo; y a través de la caída de Adán, el pecado se extendió a una humanidad creada buena por un Dios totalmente bueno.

Los comienzos del pecado.

La Biblia hace referencia a un suceso que tuvo lugar en un remoto y tenebroso momento, situado más allá de la experiencia humana y, en el cual el pecado se convirtió en una realidad. La serpiente una criatura extraordinaria, ya estaba confirmada en la maldad antes de que “entrase el pecado en el mundo” a través de Adán (Rom 5:12; Gen 3). En otros pasajes encontramos a esta serpiente antigua como el gran dragón, Satanás, o el diablo (Apoc 12:9; 20:2). Este ser fue pecador y asesino desde el principio (Jn 8:44; 1 de Juan 3:8). También se relacionan con esta catástrofe cósmica el orgullo (1 Tim 3:6) y la caída de numerosos ángeles (Judas 6; Apoc 12:7,9).

Las escrituras nos enseñan que hubo también otra caída: Adán y Eva fueron creados “buenos” y colocados en el idílico huerto del Edén, donde disfrutaban de una eterna comunión con Dios (Gen 1:26; 2:25).

Puesto que no eran divinos y eran capaces de pecar, necesitaban depender continuamente de Dios. De igual manera, necesitaban comer habitualmente del árbol de la vida. Esto queda indicado por la invitación que les hace Dios a comer de todos los árboles, incluso el árbol de la vida, antes de la caída, y su fuerte prohibición después de esta. De haber obedecido hubieran podido ser dichosamente fructíferos y se habrían desarrollado para siempre. Otra posibilidad habría sido que, después de un periodo de prueba, alcanzaran un estado de inmortalidad aún más permanente, por medio de un traslado al cielo (Gen 5:21,24; 2 Reyes 2:1,12) o por medio de un cuerpo resucitado en la tierra (1 Cor 15:35,54).

Dios permitió que el Edén, fuese invadido por Satanás, quien tentó a Eva (Gen 3:35,54). Haciendo caso omiso a la Palabra de Dios, Eva cedió ante su anhelo de belleza y sabiduría, tomó de la fruta prohibida, se la ofreció a su esposo y comieron juntos. La serpiente había engañado a Eva, pero Adán parece haber pecado a sabiendas (II Cor 11:3; I Tim 2:14). Posiblemente, mientras Adán había escuchado el mandato directo de Dios de no comer del árbol, Eva es probable lo haya escuchado solo de su esposo (Gen 2:17). Por consiguiente, Adán era más responsable ante Dios y Eva más susceptible a los engaños del enemigo (Jn 20:29), esto explica por que Las Escrituras enfatizan tanto en el pecado de Adán y no tanto en el de Eva, quien pecó primero.

Por último, es fundamental observar que su pecado inició con unas decisiones morales libres, y no con las tentaciones. Es decir, que aunque la tentación les proporcionó el incentivo para pecar, la serpiente no arrancó la fruta ni los obligo a comerla a la fuerza. Ellos decidieron hacerlo.

El primer pecado de la humanidad, abarca todos los demás pecados: desobediencia a Dios, orgullo, incredulidad, malos deseos, esfuerzo por descarriar a otro, asesinato masivo a la posteridad, sumisión voluntaria al diablo. Las consecuencias inmediatas fueron numerosas, fuertes, extensas e irónicas.

La relación divino-humana de comunión abierta, amor, confianza y seguridad fue cambiada por el aislamiento, una actitud defensiva, la culpa y el destierro. La relación mutua de Adán y Eva se degeneró. La intimidad y la inocencia, fueron reemplazadas por la acusación. Su anhelo desenfrenado, desembocó en los dolores de parto, la dureza del trabajo y la muerte.

Por último, el primer hombre y la primer mujer les acarrearon la muerte a todos sus hijos (Rom 5:12,21; I Cor 15:20,28).

El pecado original: un análisis bíblico.

Las Escrituras nos enseñan que este pecado no solo afectó a Adán (Rom 5:12,21; I Cor 15:20,28). Este tema recibe el nombre de “pecado original”.

Esto nos plantea tres interrogantes:

            • Hasta que punto
            • Por qué medios
            • En base a qué, fue trasmitido el pecado de Adán a la humanidad

Toda teoría sobre el pecado original deberá responder a estas interrogantes y reunir los siguientes criterios bíblicos:

La solidaridad:

En cierto sentido, toda la humanidad está ligada a Adán como una sola entidad (por causa de él, todos los humanos se hallan fuera de la bendición del Edén (Rom 5:12,21; I Cor 15:20,28)...

La corrupción:

Debido a que la humanidad quedó tan dañada, por la caída, es imposible poder hacer algo bueno espiritual, sin la bondadosa ayuda de Dios. Esto es llamado “corrupción total” o depravación de la naturaleza. No significa que las personas no puedan hacer nada bueno, sino, que no pueden hacer nada que les signifique méritos para su salvación.

Esta enseñanza no es exclusiva calvinista. Hasta Arminio, describía la “voluntad libre del hombre hacia el verdadero bien” como “aprisionada, destruida y perdida…. sin poder alguno, más que el que suscite la gracia divina”.

La Biblia reconoce este tipo de corrupción, en el Salmo 51:5, David habla de que había sido concebido en pecado; es decir, su propio pecado se remonta al momento de su concepción. En Rom 7:7,24 se sugiere que el pecado, aunque muerto, estaba en Pablo desde el principio.

En Ef. 2:3, se afirma que todos “somos por naturaleza hijos de ira”. Si nuestra naturaleza es corrompida debemos producir hijos también corrompidos. En La Biblia no se menciona niños sin corrupción. De hecho, hasta hay algunos niños que tienen demonios (Mt 15:22; 17:18; Mc 7:25; 9:17).

La pecaminosidad de todos:

En Rom 5:12, dice que “todos pecaron”. En Rom 5:18 Pablo afirma que através de un pecado todos fuimos condenados, con lo que esta indicado que todos pecamos. Rom 5:19 dice que através del pecado de un hombre, todos fueron hechos pecadores. El tema de la pecaminosidad no hace excepción con respecto a los infantes. La sujeción al castigo indica también pecado.

La sujeción al castigo:

Todos los humanos, incluso los infantes están sometidos al castigo. “Hijos de la ira”, es un semitismo para indicar el castigo divino. Los niños antes de llegar a la edad de la responsabilidad o el consentimiento moral, no son personalmente culpables. No tienen conocimiento del bien ni del mal (Deut 1:39).

La salvación en la niñez:

Aunque se considere a los niños pecadores, y por tanto, condenados al infierno, ninguno será enviado ahí. Las diferentes doctrinas indican la salvación para algunos, o de todos: dentro del calvinismo, la elección incondicional; con el sacramentalismo, el bautismo de infantes, la fe preconsciente, el conocimiento previo por parte de Dios sobre como habría vivido el niño; la bondad especial de Dios hacia los niños.

El paralelo entre Adán y Cristo:

En el Nuevo Testamento, lo corriente es que el verbo kazístemi se refiere a la acción de una persona al designar a otra para una posición. No se requiere una acción real para alcanzar la posición. Por tanto, las personas que en realidad no habían pecado, pudieron ser convertidas por Adán en pecadores. En una imagen opuesta a la de Cristo, Adán puede hacer pecadores a los humanos por un acto forense o legal que no requiera un pecado real por parte de ellos. (Que la persona para ser salva deba de “aceptar a Cristo”, no puede tomar parte del paralelo, puesto que es posible que sean salvos los infantes que no puedan aceptarlo conscientemente; II de Samuel 12:23).

No todos como Adán:

Esta claro que no todas las personas pecaron como Adán; sin embargo, si pecaron, y también murieron (Rom 5:14).

El pecado de un solo hombre:

Rom 5:12,21, Pablo dice que el pecado de un solo hombre, trajo sobre todos los humanos la condenación y la muerte.

La maldición del suelo:

Se debe identificar alguna base para la maldición emitida por Dios hacía el suelo. (Gen 3:17,18).

La ausencia de pecado en Cristo:

Se le debe contecer a Cristo una naturaleza human completa, al mismo tiempo que se salvaguarda su total ausencia de pecado.

La justicia de Dios:

Se debe conservar la justicia con que actuó Dios al permitir que el pecadote Adán pasara a los demás.

El pecado original: un análisis teológico.

Se han hecho muchos esfuerzos para construir un modelo o una teoría teológica que se ajuste a estos complejos parámetros.

Algunos de los más importantes:

Conceptos judíos:

Dentro del judaísmo, se encuentran tres temas principales. La teoría dominante es que hay dos naturaleza, la buena, “yetser tov”, y la mala “yetser ra” (Gen 6:5; 8:21).

Los rabinos discutían de la edad, en la que se manifiestan estos impulsos, y sobre si el estimulo al mal, es un verdadero mal moral, o solo un instinto natural.

En todo caso las personas malvadas son controladas por el impulso al mal, mientras que las personas buenas lo controlan. Una segunda teoría se refiere a los vigilantes (Gen 6:1,4), Ángeles encargados de supervisar la humanidad que pecaron con mujeres. Finalmente hay ideas sobre el pecado original que son un anticipo al cristianismo.

El agnosticismo:

Algunos sostienen que las evidencias bíblicas son insuficientes para formar una teoría detallada sobre el pecado original. Toda declaración que vaya más allá de la conexión entre Adán y la raza humana en el tema de la pecaminosidad es considerada como especulación filosófica. Aunque es cierto que no debemos basar la doctrina en especulación extrabíblica, las deducciones a partir de las Escrituras son válidas.

El pelagianismo:

Hace resaltar fuertemente la responsabilidad personal, en oposición a la laxitud moral. Pelagio (alrededor de 361-420) enseñaba que la justicia de Dios no permitiría la trasmisión del pecado de Adán a los demás, por lo que todos los humanos nacen sin pecado y con una voluntad totalmente libre. El pecado se esparce solo por medio del mal ejemplo. Por consiguiente la vida sin pecado es posible y se encuentran ejemplos de ella tanto dentro como fuera de la Biblia. Sin embargo, todo este es ajeno a La Biblia.

También le quita toda conexión entre Adán y la humanidad. La muerte de Jesús se convierte solo en un buen ejemplo. La salvación es solo por las buenas obras. Aunque es bueno insistir en la responsabilidad personal, y la santidad, y en que algunos pecados son aprendidos, el pelagianismo ha sido correctamente juzgado como herejía.

El semipelagianismo:

Sostiene que aunque la humanidad ha sido debilitada con la naturaleza de Adán, a las personas les queda libre albedrío suficiente para iniciar la fe en Dios, a la cuál Él entonces responde. La naturaleza debilitada se transmite de manera natural desde Adán. Sin embargo, no queda bien explicado de que forma se sostiene la justicia de Dios, al permitir que unas personas inocentes reciban incluso una naturaleza manchada, y como queda protegida la ausencia de pecado en Cristo. Esta apoya que el pecar es inevitable para la humanidad, sin embargo, tiene suficiente bondad innata para iniciar una fe real.

La transmisión natural o genética:

Se basa en que trasmisión del pecado se basa en la ley de la herencia. Da por supuesto que los rasgos espirituales se transmiten igual que los naturales. Lo típico es que hablen de los de la transmisión de la corrupción, pero no de culpa. Con todo, no parece existir una base adecuada para que Dios ponga una naturaleza corrompida en almas buenas. Tampoco queda claro como Cristo pueda tener una naturaleza plenamente humana, que este libre de pecado.

La atribución mediatizada:

Entiende que Dios les carga o atribuye la culpa a los descendientes de Adán, a través de un medio indirecto, o mediato. El pecado de Adán lo hizo culpable, y como castigo, Dios corrompió su naturaleza. Puesto que ninguno de sus descendientes tomó parte de su acción, ninguno es culpable. Sin embargo, reciben su naturaleza como consecuencia natural del hecho de ser sus descendientes (no como castigo). Con todo, antes de que comentan ningún pecado real o personal (lo cual es inevitable para su naturaleza corrompida), Dios los declara culpables, por poseer, esa naturaleza corrupta. Lamentablemente, este intento por proteger a Dios de la injusticia de infligir la “culpa extraña” de Adán sobre la humanidad, tiene por consecuencia el afligir a Dios con una injusticia aun mayor, puesto que permite que la corrupción causante del pecado vicie a perdonas desprovistas de culpa, y después las juzga culpables debido a esta corrupción.

El realismo:

El realismo y el federalismo son las dos teorías más importantes. El realismo sostiene que la “sustancia anímica” de rodas las personas se hallaba real y personalmente en Adán (“seminalmente presente”, según el punto de vista traduciano sobre el origen del alma), y participó realmente en su pecado. Todas las personas son culpables por que, en realidad, todas pecaron. Por tanto, la naturaleza de todos es corrompida por Dios como castigo por ese pecado. No hay una transmisión o traspaso de de pecado, sino una completa participación racial en el primer pecado. Agustín (354-430) explicó la teoría diciendo que la corrupción se traspasaba por medio del acto sexual. Esto le permitía mantener a Cristo libre del pecado original por medio de su nacimiento virginal.

El realismo tiene verdaderos puntos fuertes, no tiene el problema de la culpa ajena, se toma con seriedad la solidaridad entre Adán y la raza humana en el pecado de Adán y parece manejarse bien el “todos pecaron” de Rom 5:12.

No obstante, existen problemas: el realismo tiene todas las debilidades del traducianismo externo. El tipo de presencia personal necesario entre Adán y Eva distorsiona incluso Heb. 7:9,10; Gen 43:26, el pasaje clásico del traducianismo. El “y por decirlo así” (Heb. 7:9), sugiere que se ha de tomar o que sigue en un sentido figurado. Conceptos como el de una “voluntad profunda” tienden a exigir y presuponer un concepto calvinista y determinista de la salvación. El realismo no puede explicar por si mismo por qué, o apoyado en qué, Dios maldice el suelo.

Por consiguiente, es necesario algo como el pacto. Para que su humanidad haya carecido de pecado, Jesús debe haber cometido el primer pecado en Adán, para ser purificado posteriormente, o no estaba presente en absoluto, o estaba presente pero no pecó y fue pasando sin pecado a través de todas las generaciones siguientes. Cada una de estas posiciones presenta dificultades. Puesto que todos pecaron en Adán, con Adán y como Adán, todos parecen haber pecado según el modelo de Adán.

El federalismo:

Sostiene que la corrupción y el pecado cayeron sobre la humanidad porque Adán, cuando pecó, era cabeza de la raza humana rn un sentido representativo, gubernamental o federal. Todos estamos sujetos al pacto entre Adán y Dios (el pacto adámico o pacto de los obras, en contraste con el pacto de la gracia). Se hace una analogía con una nación que declara la guerra. Sus ciudadanos, sufren tanto si están de acuerdo con la decisión, como si no; hayan participado en ella como si no. Los descendientes de Adán, no son personalmente culpables hasta que realmente hayan cometido pecado, pero se hallan en un estado de culpabilidad, y condenados al infierno por la atribución a ellos del pecado de Adán bajo el pacto. Debido a este estado, Dios los castiga con la corrupción.

Por tanto, muchos federalistas distinguen entre el pecado heredado (la corrupción) y el pecado atribuido (la culpa) de Adán. La mayor parte de estos, son creacionistas en cuanto al origen del alma, pero el federalismo no es incompatible con el traducianismo. El pacto de Adán incluía su mayordomía sobre la creación, y es la base justa para la maldición de Dios sobre el suelo. Cristo como cabeza de un pacto y una raza nueva, está exento del juicio de la corrupción y, por consiguiente, no tiene pecado.

El federalismo tiene muchos puntos fuertes. El pacto, como base bíblica para la transmisión del pecado, se halla en razonable acuerdo con Rom 5:12,21 y proporciona mecanismos para la maldición del suelo y para la protección de Cristo con respecto al pecado. No obstante, el federalismo también tiene puntos débiles.

Romanos 7 deberá describir solamente la comprensión de Pablo sobre la naturaleza pecadora, y no la experiencia misma de que el pecado lo haya matado. Más importante aún: la transmisión de una “culpa ajena” desde Adán es vista frecuentemente como injusta.

Una teoría integrada:

Es posible integrar varias de las teorías anteriores en un enfoque integrado. Esta teoría distingue entre la persona individual y la naturaleza pecaminosa de la carne. Cuando Adán pecó, se separó de Dios, lo cual produjo la corrupción (incluso la muerte) en él como persona individual y en su naturaleza. Puesto que él tenía toda la naturaleza genérica, ésta quedó totalmente corrompida. El pacto adánico es la base justa para esta transmisión y también para la maldición del suelo.

En Rom 5:12 puede decir que “todos pecaron” y que todos pueden estar corrompidos y necesitados de la salvación, pero no se carga de culpa a los que aún no han pecado realmente. No todas las personas pecan como Adán, pero el pecado de un solo hombre sí les acarrea la muerte y los hace pecadores; lo que por medio del pacto adánico, un mecanismo paralelo al utilizado por Cristo para hacer justos a los pecadores.

Puesto que la separación de Dios es la causa de la corrupción, la unión de Cristo con su parte de la naturaleza genérica la restaura a la santidad. Debido a la venida del Espíritu Santo sobre María en la concepción del “yo” humano de Cristo, éste era responsable y, por la tanto, sin pecado. Esta disposición es justa, por que Cristo es Cabeza de un nuevo pacto. De forma similar, la unión del Espíritu con el creyente en la salvación causa la regeneración.

Los pactos son parte fundamental del plan de Dios. Había un pacto entre Adán y Dios. Los pactos bíblicos son necesarios para las generaciones futuras, tanto para bien, como para mal. Con frecuencia, los pactos son la única base observable para los castigos.

Algunos objetan que toda teoría que transmita alguna consecuencia del pecado de Adán a los demás es injusta, por que atribuye su pecado de manera gratuita; es decir, sin una base.

No obstante los pactos son una buena base justa, para dicha transmisión, por las siguientes razones: los descendientes de Adán habrían sido bendecidos por su buena conducta, como maldecidos fueron por su mala obra. El pacto es más justo que la simple que la simple transmisión genética. La culpa y las consecuencias transmitidas por el pacto son similares a los pecados de ignorancia.

Además lo que llaman la “injusticia” del pecado atribuido queda más que superado por la gracia de la salvación gratuitamente ofrecida en Cristo.

La existencia y definición del pecado.

¿Cómo es posible que exista el mal, si Dios es totalmente bueno y poderoso? (esta es la pregunta clave de la teodicea). Antes de seguir adelante tenemos que distinguir entre varias clases de mal. El mal moral, o pecado, es el quebrantamiento de la ley producido por criaturas con una voluntad. El mal natural es el desorden y la corrupción del universo (los desastres naturales, algunas enfermedades, etc.). Está conectado con la maldición de Dios sobre el suelo. El mal metafísico es el mal no intencional, consecuencia de la limitación de las criaturas (la incapacidad mental o física, etc.)

La Biblia afirma que en Dios hay perfección moral y poder. Él fue el único creador y todo cuanto creo era bueno. No creo la maldad, a la que odia (salmo 7:11; Rom. 1:18). Ni tienta, ni es tentado (Santiago 1:13). Con todo, es importante tener en cuenta dos pasajes aparentemente contradictorios: el primero es Isaías 45:5, donde se dice que Dios creó el mal. Sin embargo, rá, mal, tiene un sentido que no tiene que ver con moral (Gen 47:9), y que se podría traducir como “desastre”. Esto es lo que mayor contrasta con la “paz” (Amós 3:6) y es la traducción preferible. Por consiguiente, Dios produce el juicio moral; no la maldad inmoral.

De igual manera se da la interrogante, de si Dios endurece o Cega a las personas. Esto puede ser un “entregar” pasivo en el que Dios se limita a dejar a las personas a la merced de sus propios deseos (salmo 81:12; Rom 1:18,28), o una imposición activa de endurecimiento en personas que se han entregado de manera irrevocable a la maldad. Observemos el ejemplo del Faraón no fue creado con el propósito de endurecerlo, como podría sugerir una lectura superficial de Rom. 9:17 (te he levantado). El faraón merecía el castigo divino, desde la primera vez que había rechazado la súplica de Moisés (Exo. 5:2), pero Dios lo conservó para poder glorificarse a través de él. Inicialmente, Dios solo predijo que se endurecería el corazón del Faraón.

Por otra parte, Dios puede acelerar la pecaminosidad autoconfirmada para cumplir sus propósitos (Salmo 105:25); pero los pecadores siguen siendo responsables (Rom. 1:20). Puesto que Dios no creó el mal y, sin embargo, si creó todo lo que existe, no es posible que el mal tenga una existencia exclusiva de él. El mal es una ausencia o un desorden del bien. Podemos ilustrar esto através de la sal de mesa, un compuesto o mezcla fuertemente unidos de dos sustancias químicas: el Sodio y el Cloro. Cuando no están unidos, ambos elementos son altamente dañinos. El sodio se incendia al contacto con el agua, y el cloro es un veneno mortal. Como la sal en desorden, la creación perfecta de Dios es mortal cuando el pecado la saca de su equilibrio. Todo mal surge a través de las caídas de Satanás y de Adán. Por consiguiente, el mal natural se deriva del mal moral. En última instancia toda enfermedad procede del pecado; no siempre del pecado del que esta enfermo, aunque también es posible. La gran ironía es que tanto Dios como Satanás utilizan el lenguaje: el uno de manera creativa para sacar la realidad y el orden ex níhilo, y el otro de manera imitativa para hacer brotar el engaño y el desorden.

El mal depende del bien, y la obra de satanás, no es más que una imitación.

Puesto que Dios era capaz de detener el mal (por Ej., aislando el árbol), y con todo, no lo hizo, y puesto que sabría con certeza lo que sucedería, parece ser que permitió que apareciera el mal. De aquí se sigue que el Dios Santo vio un bien mayor en permitir el mal.

Damos a continuación algunas sugerencias sobre la naturaleza exacta de este bien:

  • Que la humanidad maduraría por medio del sufrimiento (Heb. 5: 7,9).
  • Que los humanos podrían así amar a Dios libre y verdaderamente, puesto que un amor así existe la posibilidad del odio y del pecado.
  • Que Dios se podría expresar así de maneras que habrían sido imposibles en circunstancias distintas (como con respecto a su odio por el mal, Rom 9:22, y su bondadoso amor por los pecadores, Ef. 2:7).

Algunas sugerencias sobre la esencia del pecado:

  1. La incredulidad
  2. El orgullo
  3. El egoísmo
  4. La rebelión
  5. La corrupción moral
  6. La lucha entre la carne y el espíritu
  7. La idolatría
  8. combinaciones de las anteriores

Pareciera preferible definir al pecado en función de Dios. Solo Él es uno, coherente y absoluto, y la oposición del pecado queda desplegada contra su santidad.

Quizá la mejor definición del pecado es la que tenemos en 1 Juan 3:4 “El pecado es infracción a la ley”.

También 1 Juan 5:17 “toda injusticia es pecado”.

No son los sentimientos ni la filosofía los que pueden definir el pecado, sino solo Dios en su ley, deseo y voluntad.

La idea del pecado como quebrantamiento de la ley se halla metida dentro del lenguaje mismo de las Escrituras. El grupo afín a la palabra jatta’t, el más importante en hebreo para expresar la idea de “pecado”, lleva en sí la idea básica de “no dar en el blanco” (jueces 20:16; Prov. 19:2).

El termino abar se refiere a cruzar unos límites, de manera que, en sentido metafórico, se refiere a una trasgresión (Num. 14:41; Deut. 17:2). Reshá puede significar mal o injusticia.

En griego es el término hamartía el relacionado a pecado, en el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento se refiere a pecados concretos y al pecado como fuerza. Anomía (del gr. Nómos, “ley”, unido al prefijo de negación a), “sin ley”, “ausencia de ley”, “iniquidad”, y los términos relacionada con ella, representan el lenguaje más fuerte del pecado.

Otro término para referirse a pecado es adikía, se puede traducir literalmente como “injusticia” y comprende desde la equivocación hasta las violaciones más notables de la ley. Parábasis, “violación”, “transgresión”, indican el quebrantamiento de las normas.

Las características del pecado.

Vemos el pecado como incredulidad o falta de fe en la caída, en el rechazo de la revelación general por parte de la humanidad y en los condenados a la muerte segunda. Está estrechamente relacionada con la desobediencia del pueblo de Israel en el desierto. El termino gr. apistía, “incredulidad” combina el prefijo de negación a con un derivado de la palabra pístis, “fe”, “confianza”, “fidelidad”. Todo aquello que no procede de la fe, es pecado.

La incredulidad es lo opuesto a la fe salvadora y tiene consecuencia en el castigo eterno.

El orgullo, es la exaltación a si mismo. Irónicamente, es a un tiempo el anhelo de ser como Dios, y el rechazo de Dios. A pesar de su terrible precio, carece de valor alguno delante de Dios y es odiado por Él. Engaña y conduce a la destrucción. Contribuyó a que la incredulidad de Capernaúm fuera peor que la depravación de Sodoma (Mt. 11:23; Lc. 10:15), y permanece como la antitesis de la humildad de Jesús (Mt. 11:29; 20:28). En el juicio final los orgullosos serán humillados, mientras que los humildes serán exaltados (Mt. 23: 1,12; 20:28).

El orgullo, el deseo insano, y el egocentrismo se hallan y motivan al pecado (1 Jn. 2:15,17). La epizymía (el “deseo”, Santiago 4:2) usada en mal sentido conduce al asesinato y guerra, y la pleonexía, una apasionada “avaricia” o “afán de tener más” es ella equivalente a la idolatría.

Todo pecado consciente es rebelión contra Dios, el heb. Peshá señala una “rebelión” premeditada y deliberada.

El pecado es producto del “padre de la mentira” (Jn. 8:44). Desde el principio ha engañado en cuanto a lo que prometido y ha incitado a los que engaña a cometer mayores prevaricaciones. Puede provocar un placer fuerte, pero temporal.

El lado objetivo de la mentira del pecado es la distorsión real del bien.

En general, el concepto bíblico del mal comprende tanto el pecado como sus consecuencias. El heb. rá tiene una amplia variedad de usos:

  • Los animales inadecuados para sacrificios (lev. 27:10)
  • Las dificultades de la vida (Gen. 47:9)
  • Las imaginaciones del corazón (Gen 6:5)
  • Los actos de maldad (Ex 23:2)
  • Las personas malvadas (Gen 38:7)
  • La retribución (Gen 31:29)
  • El justo castigo de Dios (Jer. 3.8:7)

Los pecados que son especialmente repugnantes para Dios son designados como detestables, o “abominaciones”.

La fuerza y la extensión del pecado.

Como se ha estado estudiando, hay una fuerza maligna personal y real que está operando en el universo contra Dios y contra los suyos. Esto sugiere lo altamente importante que son el exorcismo, la guerra espiritual y cosas similares, pero sin la atroz histeria que con mucha frecuencia acompaña a estos esfuerzos.

El pecado incluye actos aislados, como dentro de la naturaleza humana.

El Nuevo Testamento relaciona la naturaleza del pecado con la sárx, la carne. Aunque originalmente se refiera al cuerpo material, Pablo la hace equivalente a la naturaleza pecaminosa. El pecado y las pasiones brotan de la carne (Rom. 7:5; Gal. 5:17,21), nada bueno habita en ella (Rom. 7:18) y los pecadores empedernidos de la iglesia son entregados a Satanás para la destrucción de la carne, posiblemente una enfermedad que los haga arrepentirse.

El vocablo heb. leb o lebab, “corazón”, “mente” o “entendimiento”, indican la esencia de la persona. De ella brotan las malas intensiones y todas sus inclinaciones son malas.

El vocablo gr. kardía, “corazón” indica también la vida interior y el yo. De él salen tanto el bien, como el mal (Mt. 12:33,35; Lc. 6:43,45).

El pecado lucha contra el Espíritu. La naturaleza del pecado es totalmente contraria al Espíritu y se halla fuera del control de la persona (Gal. 5:17). Es muerte para el humano y una ofensa para Dios.

Con frecuencia el pecado comienza con la naturaleza pecaminosa como resultado de una tentación mundana o sobrenatural. Una de las características más insidiosas del pecado es que hace surgir más pecado. Como si se tratara de un tumos maligno, el pecado crece a partir de si mismo hasta llegar a proporciones mortales, tanto en extensión como en intensidad, a menos que se le elimine por medio de la purificación de la sangre de Cristo. Podemos ver la autoreproducción del pecado en la caída, en el descenso de Caín de los celos al homicidio y en la lujuria de David, que dio origen al adulterio, el asesinato y al sufrimiento por generaciones.

De manera similar los siete pecados capitales (orgullo, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira, y pereza) han sido considerados, no sólo como los pecados radicales, sino también como una consecuencia descendente de los pecados.

El proceso en el cual un pecado se alimenta de otro, se lleva a cabo por varios mecanismos. Satanás el ambicioso autor de la maldad, es el archiantagonista en este drama malvado. Como gobernante de esta era presente, constantemente trata de engañar, tentar, sacudir y devorar.

El placer del pecado puede hacer que se refuerce a si mismo. Los pecadores seducen al pecado a otros; los pecadores motivan al pecado otros pecadores. Los humanos endurecen su corazón contra Dios y tratan de eludir la perturbación mental que causa el pecado. Por último, el endurecimiento del corazón por parte de Dios puede facilitar este proceso.

Nunca se debe confundir la tentación con el pecado. Jesús sufrió las tentaciones más grandes de todas, y no tuvo pecado. Además si la tentación fuera pecado, Dios no nos daría ayuda para soportarla.

Las Escrituras, nos hablan de la gran cantidad de pecados, tanto creyentes como no creyentes pueden caer en pecado, ambos al cometerlos quedan heridos y necesitan la gracia.

Se pueden cometer pecados contra Dios, contra los demás o uno mismo, o una combinación de lo anterior; pero al fin de cuentas todo pecado va contra Dios. Se puede confesar el pecado para que sea perdonado; si el pecado es perdonado, aún seguirá ejerciendo su influjo sobre la persona. La Biblia señala que una actitud puede ser tan pecaminosa como el acto. Por ejemplo la ira es tan pecaminosa como el asesinato; una mirada pecaminosa es tan pecado como el adulterio.

Una actitud de pecado le quita eficacia a la oración. El pecado puede ser activo o pasivo. Los pecados corporales de tipo sexual son muy graves para los cristianos, porque están haciendo mal uso del cuerpo del Señor en la persona del creyente, y por que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo.

Se puede pecar con ignorancia (Gen 20; Lev 5:17), sabiamente el salmista pide ayuda para poderlos discernir (Salmo 19:12).

Una persona comete pecado de debilidad debido a unos deseos divididos, generalmente después de una lucha contra la tentación (Mt. 26:36,46).

Los pecados presuntuosos son cometidos con una intención profundamente malvada, o con “la mano alzada” (num. 15:30). Los pecados de debilidad son menos afrentosos para Dios, que los pecados presuntuosos y la ausencia de una expiación por ellos en la ley mosaica.

La teología católica distingue entre pecados veniales (del latín venia, “favor”, “bondad”, “perdón”) y mortales. En los pecados veniales (como en los pecados por debilidad), la voluntad, aunque asiente o está de acuerdo con el acto del pecado, se niega a alterar su identidad piadosa fundamental. Los pecados veniales, pueden conducir a pecados mortales.

En cambio, los mortales comprenden una reorientación radical de la persona hacia una rebelión contra Dios, y una pérdida de la salvación, aunque sigue siendo posible obtener el perdón. El catolicismo cree que los pecados no son veniales en sí mismos, sino que los creyentes tienen una justicia que mitiga grandemente el efecto de los pecados menores, convirtiéndolos en veniales.

Jesús mismo enseñó que, más allá de todos los demás pecados, hay uno que no tiene perdón (Mt. 12:22,37; Mc. 3:20,30; Lc. 12:1,12). Ha habido mucho debate sobre la naturaleza de este “pecado imperdonable” o “blasfemia contra el Espíritu Santo”.

Este pecado tiene que ver con el Espíritu Santo, en cambio, la blasfemia contra Dios, o contra los otros miembros de la Trinidad es perdonable.

Entre estos pecados se incluyen los cometidos antes de conocer a Dios: La posesión demoníaca (Lc. 8:2,3), el crucificar al Señor, una impiedad de casi toda una vida, el blasfemar, y los cometidos después de conocerlo.

Además de estos el pecado imperdonable no incluye a los de negar al Dios de los milagros (Ex. 32), regresar a la idolatría a pesar de los grandes milagros, asesinar (2 Samuel 11-12), cometer inmoralidad grave (1 Cor. 5:1,5), negar a Jesús (Mt. 26: 69,75), ver los milagros de Jesús y con todo creer que esta “fuera de sus cabales” (Mc. 3:21), y volverse a la ley después de haber conocido la gracia (Gal. 2:11,21).

El pecado debe ser siempre de blasfemia, la calumnia más vil contra Dios. En la LXX, el vocablo blasfemia describe con frecuencia el acto de negar el poder y la gloria de Dios, lo cual coincide con la forma en que los líderes judíos le atribuían al diablo los milagros de Jesús. El pecado no puede ser una simple negación de testimonio con respecto a los milagros, puesto que Pedro negó a Cristo y Tomás dudó de Él después de haber visto muchos milagros, y ambos fueron perdonados.

Se define mejor el pecado imperdonable como el rechazo voluntario y definitivo de la obra especial del Espíritu Santo (Jn. 16:11,17) al dar testimonio directo al corazón con respecto a Jesús como Señor y Salvador, teniendo como consecuencia un rechazo total de fe. La blasfemia contra el Espíritu Santo, no es una indiscreción momentánea, sino una disposición definitiva de la voluntad, aunque las afirmaciones de Jesús sugieren que se pueden manifestar en un acto concreto.

Las Escrituras, enseñan que todos somos pecadores en algún sentido. Desde el Edén el pecado ha estado presente.

Las consecuencias del pecado.

Por su naturaleza misma, el pecado es destructor.

Este estudio debe tener en cuenta la culpa y el castigo. Hay varios tipos de culpa (heb. asham, Gen 26:10; gr. énojos, Sant. 2:10). Se puede distinguir la culpa personal o individual, de la culpa comunal de las sociedades. La culpa objetiva tiene que ver con una trasgresión real, ya sea que se de cuenta de ello el culpable o no. La culpa subjetiva tiene que ver con la sensación de la culpabilidad en una persona. Si la culpa subjetiva es sincera, puede conducir al arrepentimiento (Salmo 51; Hechos 2:40,47). También puede ser insincera, aunque con una apariencia externa de sinceridad, pero, o bien ignorando la realidad del pecado, o manifestando solamente un cambio externo y temporal, sin una reorientación interna perdurable y real. La culpabilidad subjetiva también puede tener un origen puramente sicológico, y causar una angustia verdadera, pero sin base en ningún pecado real (1 Jn. 3:19,20).

El castigo o pena es la consecuencia justa del pecado, infligida por una autoridad sobre los pecadores, y basada en la culpa. El castigo natural se refiere al mal natural (que procede de Dios indirectamente) que recae sobre la persona debido a sus actos pecaminosos (como la enfermedad venérea causada por el pecado sexual, y el deterioro físico y mental causado por el abuso de sustancias toxicas). El castigo positivo es algo infligido directamente por Dios de manera sobrenatural: el pecador cae muerto.

Las posibles razones de ser del castigo:

  1. La retribución o venganza solo le corresponde a Dios (Salmo 94:1).
  2. La expiación produce restauración en la persona culpable (en Cristo)
  3. El juicio hace que la persona culpable se sienta dispuesta a restituir lo que fue quitado o destruido, lo cual puede ser testimonio de la obra de Dios en una vida (Ex. 22:1; Lc. 19,8)
  4. La reparación influye en la persona culpable para que no peque en el futuro. Esto es una expresión del amor de Dios. (Salmo 94:12; Heb. 12:5,17).
  5. La disuasión utiliza el castigo de la persona culpable para convencer a otras a fin de que no actúen de manera parecida, lo cual se puede ver con frecuencia en las advertencias divinas (Salmo 95:8,11).

Las consecuencias del pecado son numerosas y complejas. Las podemos estudiar desde el punto de vista de las personas o cosas a las que afecta.

El pecado afecta a Dios. Sin que por eso queden comprometidas su justicia y su omnipotencia, las Escrituras dan testimonio de que Él odia el pecado, tiene paciencia con los pecadores, busca a la humanidad perdida, se siente afligido por el pecado, se lamenta por los perdidos y se ha sacrificado por la salvación de la humanidad.

Donde podemos ver los efectos más diversos del pecado es en criatura más compleja de Dios: la persona humana. Aunque parezca irónico, el pecado parecería tener sus beneficios. Hasta puede producir una felicidad transitoria (Salmo 10:1,11; Heb. 11:25,26). Engendra pensamientos transitorios en los que el mal parece bien; como consecuencia, las personas mienten y distorsionan la verdad (Gen 4:9; Mt. 7:3,5), negando la existencia del pecado personal (Lc. 11:39,52) e incluso a Dios (Rom. 1:20)

El pecado es futilidad. La voz heb. ‘avén (daño, problema, engaño, nada) resume la idea de la esterilidad del pecado. Es el conjunto de problemas de aquel que cosecha la siembra de la iniquidad (Prov. 22; 8) y es la inutilidad presente de la herencia antiguamente grandiosa de Betel (en sentido derogatorio, Bet ‘Avén, “casa de nada”). Hebel (“nada”, “vacío”) es la vanidad o insignificancia que aparece una y otras vez en Eclesiastés, y la del frío consuelo de los ídolos (Zac.10:2).

El pecado envuelve al pecador en una exigente dependencia (Jn. 8:34; Rom 6:12,23), convirtiéndose en una malvada ley interna. Desde Adán hasta el anticristo, el pecado se caracteriza por la rebelión. Esto puede tomar la forma de poner a Dios a prueba (1 Cor. 10:9), o de manifestarse hostil contra Él (Rom 8:7). El pecado produce la separación de Dios. Esto no solo puede provocar la ira de Dios, sino, su silencio.

La muerte tuvo su origen en el pecado y es la consecuencia final de este. La muerte física es un castigo por el pecado.

Sin embargo para los creyentes, se convierte en una restauración gracias a la sangre de Cristo, por que Dios ha triunfado sobre la muerte.

Los que no son salvos, viven espiritualmente muertos (Jn. 6:50,53). Esta muerte espiritual es la expresión máxima de la alineación del alma con respecto a Dios. Incluso los creyentes que pecan experimentan una separación parcial de Dios (Salmo 66:18), pero Él siempre está dispuesto a perdonar (Salmo 32:1,6; 1 Jn. 1:8,9).

La única forma de enfrentarse al pecado, es amar primero a Dios y convertirse luego en un canal de su amor para los demás, por medio de la gracia divina. Solo Dios es amor (1 Jn. 4:8).

El conocimiento del pecado debería engendrar santidad en la vida de la persona, y una insistencia de la santidad dentro de la predicación y la enseñanza de la Iglesia.

La iglesia debe afirmar su identidad como comunidad de pecadores salvados por Dios, ministrando en confesión, perdón, y santidad. La humildad debería caracterizar todas las relaciones cristianas, al darse cuenta los creyentes, no solo de la vida y el destino terrible de lo que ha sido pagado por esa salvación. Puesto que cada persona ha sido salva de la misma naturaleza pecadora, no hay cualidades, ministerio ni autoridad alguna que pueda apoyar la elevación de uno por encima de otro.

La extensión universal y la profundidad sobrenatural del pecado deben hacer que la Iglesia reaccione al imperativo de la Gran Comisión (Mt. 28, 18,20) con una entrega que abarque a todos sus miembros, y con el milagroso poder del Espíritu Santo.

La comprensión de la naturaleza del pecado debería renovar nuestra sensibilidad ante los temas ambientales, recuperando así el mandato original de cuidar del mundo de Dios de manos de quienes preferirían adorar a la creación, en lugar de adorar a su Creador.

La Iglesia debería ser la gran defensora en los temas de justicia social y de necesidades humanas, como testimonio de la veracidad del amor, contra la mentira del pecado. Sin embargo, tal testimonio deberá señalar siempre hacia el Dios de justicia y amor que envió a su Hijo a morir por nosotros.

Solo la salvación, no la legislación, ni un evangelio social que pase por alto la cruz, ni mucho menos la acción violenta o militar, puede curar el problema y sus síntomas.

Por último debemos vivir en la esperanza cierta de un futuro más allá del pecado y de la muerte (Apoc. 21-22). Entonces, purificados y regenerados, los creyentes verán el rostro de Aquél que ya no recuerda su pecado (Jeremías 31:34; Heb. 10:17).


Jorge Madrigal Q.

911 Salvación,

Rescatando almas para Cristo.